Junto con su historia Covadonga y en general los Picos de Europa son conocidos por la riqueza de su naturaleza salvaje.
Los osos siempre fueron miembros de los bosques de la Cordillera Cantábrica. Según cuenta la tradición, el propio rey Pelayo perdió a su hijo Favila en una cacería de osos. Pero de aquellos lejanos tiempos en que los osos abundaban en los Picos de Europa sólo quedan los escritos y la historia.
En la actualidad, la población de osos cantábricos está dividida en dos núcleos aparentemente incomunicados entre sí. Por un lado existe una población en las montañas palentinas, los montes de Riaño en León y los bosques limítrofes de Cantabria y por otro hay una segunda población desde el parque natural de Somiedo en Asturias hasta los Ancares en Lugo. Ambas forman la última oportunidad para los osos españoles teniendo en cuenta que la población del Pirineo que en los años 50 rondaba los 70 ejemplares no supera hoy los seis individuos entre la vertiente francesa y la española.
La población cantábrica ronda en la actualidad los 80 ejemplares, pero divididos en las dos áreas incomunicadas que mencionamos anteriormente con lo que en ambos casos se está por debajo de los 70 a 90 osos que algunos especialistas en conservación consideran el mínimo viable.