■ Llegaréis tarde como todos los días. □ Buenos días.
□ ¡Que se ! ■ ¡Igualmente! Lo mismo digo...
□ Buenos días, señorita Clara. Parece cansada. ■ Joder, César. Tú sí que sabes tratar a una mujer, ¿eh?
Siempre con esa sonrisita... Todo bien... Todo genial...
■ Hoy me a Clara en el ascensor. □ ¿Qué le has dicho? ■ ¿Te ? ¿No será que ella no sabe nada?
Tú sabes que nunca había llegado tan lejos con nadie. Por primera vez en mi vida tenía una razón para vivir.
Tengo referencias tuyas. Parece que no mucho en los trabajos, ¿no?
□ ¿El tarado ese de los mensajes? ¿ molestándola? ■ Y tú, ¿cómo sabes eso?
□ Tengo que usted tiene la llave de todos los apartamentos. ■ Sí, como conserje tenía acceso al llavero. □ ¿Le pasa algo?
Las cosas se están complicando. Creo que el momento de empezar en serio. Allá vamos, Clara...
¿Qué le ?
Pero que lo el médico, joder. ¿O a él tampoco le crees?
¿Sabes por qué te lo cuento? Porque quiero que de lo que soy capaz.